Merece la pena visitar la iglesia de Sant Vicent de Sa Cala, pequeña y acogedora, que se empezó a construir en 1827 y se inauguró el 15 de agosto de 1838. La principal razón de que se tardara 11 años en terminarla fue que en la zona había pocos habitantes y con recursos muy limitados, así que no podían sufragar los costes de la obra.
La iglesia, de una sola nave, es de planta rectangular y se caracteriza por estar desnuda de adornos. Contiene el altar mayor y seis capillas secundarias. La talla principal corresponde a San Vicente Ferrer, que sale en procesión en los días señalados.
La iglesia está rematada con un sencillo campanario y tiene la peculiaridad de que el porche no está situado delante del templo, como en otras parroquias, sino a la izquierda, en la parte occidental de la nave. Desde él se accede a un salón parroquial contiguo, donde también se celebran conciertos y espectáculos.