Los barrios marineros crecieron a la sombra de las murallas y hoy ofrecen el ambiente más animado de la capital
Refugio de vigilancia frente al islote de Tagomago, en la península de Es Cap Roig
Bello templo encalado de grandes dimensiones, construido a mediados del siglo XVIII
El Paseo Marítimo de la ciudad culmina en esta torre luminosa del siglo XIX, que indica la entrada del puerto
Playa de arena junto a Punta Arabí, con múltiples servicios y escuela de buceo
El corazón de la ciudad, salpicado de edificios coloniales, rinde homenaje a un heroico general ibicenco
Molino harinero restaurado y abierto al público, en un cerro frente al puerto de Eivissa
Merendero al aire libre con barbacoas y una zona forestal, repleta de hornos de cal y carboneras
Pequeña y paradisíaca cala con casetas de pescadores, frente a Cala Tarida
Pequeño templo erigido en el siglo XVIII, para atender a los trabajadores de las salinas